jueves, 30 de julio de 2015

¿Hacia dónde?


Mi sobrina María anda de mochilera y de trenes: Amsterdam, Berlín, Cracovia, Budapest, Múnich...

Y me ha hecho recordar una página de un libro ("Toda la vida a una carta") en la que narra una experiencia semejante, aunque algunos años atrás.

"Siempre nos pasa lo mismo: pensamos que tenemos todo el tiempo del mundo para tomar el tren y siempre estamos a punto de perderlo. Al llegar a la estación escuchamos por los altavoces que estaba a punto de salir...¡nuestro tren! Echamos a correr. El reloj marcaba las 12.54. Con las prisas nos subimos en el primer vagón que vimos. Esta vez nos dimos cuenta por casualidad -¡no es el nuestro!-, cuando ya estaba casi en marcha, y tuvimos que saltar precipitadamente al andén... Menos mal... Entonces con calma, tomamos nuestro tren, que esperaba plácidamente en una vía cercana. No iba casi nadie... Recorrimos los diversos vagones y al fin acomodamos las mochilas en el último, que iba totalmente vacío. El tren comenzó su marcha...

Continuamos nuestra partida de cartas. ¡Me volviste a ganar! Hablamos de miles de cosas... Luego me contaste chistes, y más acertijos. Y me relataste, escena por escena, las últimas películas que habías visto... Me hablaste de tus proyectos de futuro -¡tienes una gran ilusión profesional!, de las cuestiones que te preocupan: la defensa de la vida, la lucha contra la pobreza, contra la injusticia... Decididamente tienes un corazón grande... Me dijiste también lo agradecido que estabas a Dios por haber nacido en una familia cristiana y cómo tu historia, tu pequeña historia, había transcurrido hasta ahora sin sobresaltos...

Mientras tanto, seguías viviendo, divirtiéndote, rezando de vez en cuando, muy de vez en cuando... Tu existencia era como un viaje en un tren confortable como éste, donde descansabas tranquilo y te adormecías contemplando el paisaje. Un viaje... ¿hacia dónde?

La verdad. el rumbo no te importaba demasiado: te conformabas con 'dejarte llevar'. A veces surgía una inquietud...que pertenecía a la página siguiente de un libro cuya lectura no deseabas proseguir: ¡estabas tan emborrachado de presente, tan conforme con tu pequeña felicidad en el cálido departamento de tu tren!

Y de repente, casi sin darte cuenta, has llegado; y estás ahí, en el andén de una estación desconocida, cara a cara con Dios que quiere decirte algo, no sabes qué.

No te extrañes. El Señor no nos pide permiso. Por eso da igual tu historia. Da igual el modo por el que Dios te ha sembrado en el alma esta inquietud. Lo que importa es tu respuesta, cara a Dios, a este interrogante: ¿qué vas a hacer de tu vida?"

(Como algunos y algunas están de vacaciones y con tiempo para leer y meditar en largos viajes en tren...o en barco...no importa tanto hacer largo el cuento.

En la foto: María, Lorena, Mireia y Marina, las mochileras del tren.)

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...