domingo, 6 de septiembre de 2015

Proteger el amor


"El matrimonio, como previamente el noviazgo, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza.

Querer no es suficiente, es preciso saber querer; que es gobernar, dirigir y canalizar ese sentimiento hacia conductas de la actuación diaria que logren el objetivo último del amor: conseguir que el otro sea feliz, hacerle dichoso

Por ejemplo, algunas pinceladas, sobre todo cuando hay dificultades y hay que proteger el amor:

- Aprender a perdonar. El perdón es un gran acto de amor. Sólo son capaces de hacerlo las personas generosas, con grandeza de espíritu.

- No sacar la lista de agravios del pasado. En los matrimonios que se quieren bien, esos hechos están guardados en un cajón y no salen nunca. Nunca es nunca.

Evitar discusiones innecesarias. De una discusión fuerte rara vez sale la verdad y hay más de desahogo y de deseo de ganar al otro en el debate, que de buscar el acuerdo entre ambas partes.

- Rezar juntos. Saber poner a Dios en el centro del matrimonio, con una especie de naturalidad sobrenatural, donde se mezcla lo divino y lo humano.

- No hablar nunca de separación. En situaciones negativas hay que poner todos los medios para que la palabra separación no aparezca en ningún momento. Ni como amenaza ni como chantaje.

- Tras un día o momento malo o vivencia negativa y dolorosa, hay que evitar los silencios prolongados. La psicología moderna conoce bien el efecto tan negativo que provoca en la pareja estar horas sin hablarse.

- Tener una sexualidad sana, positiva y llena de complicidad en el matrimonio. Dialogar y buscar puntos de acuerdo. La sexualidad es un lenguaje del amor comprometido. Es la máxima donación.

- Aprender habilidades en la comunicación interpersonal. Tarea diaria. Estrategias sencillas: dejar hablar al otro, escucharle con atención, no descalificarle sin más si tiene opiniones distintas a las propias, buscar modos respetuosos para hablar...

Todo esto lo dice Enrique Rojas. Y me parece muy válido.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...