Ayer, Viernes de Dolores, salió la primera procesión de la Semana Santa de Murcia, la del Cristo del Amparo, que sale de la Iglesia de San Nicolás, donde yo fui bautizado.
Dicen que al Cristo del Amparo cuesta mirarlo al rostro ante la belleza que la gubia de Salzillo imprimió en tan afortunada madera. Sin embargo, uno siempre acaba atreviéndose.
Bonita la crónica de Antonio Botías en el periódico La Verdad que comienza así:
"Trinaba el campanario de San Nicolás a las siete de la tarde entre una algarabía de vencejos que observaban desconfiados el revuelo de las túnicas azules, el jaleo del alquiler de sillas de ajado plástico, el runrún de baquetas de los tambores sordos mientras apuraban su último ensayo..."
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