Al celebrar hoy a Basilio y Gregorio, dos grandes amigos, como se ve en este fragmento hablando uno del otro:
"Nos habíamos encontrado en Atenas, como la corriente de un mismo río que, desde el manantial patrio nos había dispersado por las diversas regiones... ¿qué sucedió?... nos confesamos mutuamente nuestras ilusiones y que nuestro más profundo deseo era alcanzar la filosofía, y ya para entonces, éramos todo lo compañeros y amigos que nos era posible ser... nos movía un mismo deseo de saber..."
Entonces me he acordado de lo que leí hace poco sobre cómo el ejemplo de Grecia nos enseña que el avance de la filosofía tiene lugar en espacios pequeños, y se lleva a cabo por pocas personas, y en un tiempo escaso.
¡Cuánto ayuda la amistad, también ahora en este mundo globalizado, para entrar en esos espacios pequeños pero grandiosos!
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