Celebramos este 15 de octubre a Santa Teresa de Jesús invadidos, por lo menos aquí en Nicaragua, de mucha gripe.
Me he acordado, entonces, que la santa también pasó por eso.
El "catarro universal" es considerado por muchos como la primera epidemia de gripe de diseminación global. Se originó a comienzos de agosto de 1580. Tuvo su origen en Asia, desde donde avanzó hacia Europa, llegando incluso a América.
Teresa de Jesús contrajo ese catarro mientras estaba en Valladolid, donde había llegado el 8 de agosto. Su epistolario es testigo de este episodio. La Madre escribe así, por mano de su secretaria Ana de San Bartolomé, en carta a María de San José:
"A mí no me han faltado de poca salud después que estoy en Valladolid. Esta ha sido la causa de no la haber escrito. Todavía estoy tan flaca la cabeza que no sé cuando podré escribir de mi letra; mas la secretaria es tal que podré fiar lo que de mí. Ya estoy sin calenturas días ha... Ello ha sido general esta tormenta, y así no hay de qué nos espantar, sino alabar a Dios, que, aunque ha habido hartos trabajos en estos monasterios, no ha muerto ninguna descalza" (Carta a la M. María de San José, en Sevilla, Valladolid, 25 de octubre 1580)
¡Grande, Teresa!
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