Todos estamos llamados a ser cocineros de cinco estrellas.
La santidad, como cocinar bien, es una experiencia simple y profunda, en la que las cosas pequeñas se tratan con cuidado, no por dinero, sino por amor.
Alguien dijo que aquellos que cocinan bien devuelven a la gente el tiempo. Quien cocina necesita la tienda, a quien cultiva, al que elabora la receta, a quien prepara la mesa y luego sirve...
Como Jesús testimonia al Padre al hacer todo lo que el Padre quiere, así también el cocinero crea un plato que da testimonio del trabajo de muchos.
El santo sabe que no es bueno él, sino que es testigo de la bondad de Dios en su vida.
(En la foto, la cocina de "El Carrizal", casa de convivencias en Diriamba. Nicaragua)
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