viernes, 1 de julio de 2016
Oulu
Así lo cuenta María, madre de una familia numerosa, catalana, que viven en Oulu (Finlandia) como si nada...
"La vocación es una gracia. A Alberto y a mí nos gustaría que nuestros hijos se entregaran a Dios, pero eso son decisiones personales suyas. Porque los padres, salvo rezar y darles buen ejemplo, poco podemos hacer cuando Dios les toca el corazón y dicen sí... o no. Nuestra tarea es aconsejarles bien y respetar su libertad. Y muchas veces, quitarles miedos y temores.
Recuerdo cuando se casó Ana, mi hija mayor. Somos muchos y no tenemos una situación económica boyante; y como no podíamos pagar un restaurante, decidimos celebrarlo en casa. Vinieron algunos invitados de España la noche anterior y no teníamos camas para todos, por lo que la pobre Ana tuvo que dormir en el sofá de la sala de estar. Yo me levanté pronto para ver cómo había dormido, y me la encontré llorando. No me preocupé, porque eso le sucede a la mayoría de las novias. Estaba muy nerviosa: 'Mamá, va a salir todo mal' me dijo entre sollozos.
-Pero hija mía -dije-, ¡si va a ser un día maravilloso! Lo importante es que le vas a dar un sí a Cristo en el camino del matrimonio, que es donde Dios te llama, casándote con ese chico que es un hombre bueno y te quiere muchísimo. Vas a decir sí a lo que Dios quiere para vosotros: formar una familia cristiana. Y esa va a ser nuestra gran fiesta: oírte decir ese sí de la fe. El resto, que salga más bonito o menos bonito, importa menos..."
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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...
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