lunes, 21 de noviembre de 2016
La lupa
Esta mañana, leyendo la Carta del Papa Francisco "Misericordia et misera", al llegar al número 6 enseguida me he acordado de algo muy reciente de lo vivido al lado de mi madre: la enorme lupa azul que le regaló mi padre.
Entresaco de la Carta Apostólica:
"En la celebración eucarística asistimos a un verdadero diálogo entre Dios y su pueblo. En la proclamación de las lecturas bíblicas, se recorre la historia de nuestra salvación como una incesante obra de misericordia que se nos anuncia. Dios sigue hablando hoy con nosotros como sus amigos, se entretiene con nosotros para ofrecernos su compañía y mostrarnos el sendero de la vida. Su Palabra se hace intérprete de nuestras peticiones y preocupaciones, y es también respuesta fecunda para que podamos experimentar concretamente su cercanía...
Por medio de la Sagrada Escritura, que se mantiene viva gracias a la fe de la Iglesia, el Señor continúa hablando a su Esposa y le indica los caminos a seguir, para que el Evangelio de la salvación llegue a todos"
Pues bien, mi madre, todos los días, como está cada vez más limitada de la vista y del oído, antes de asistir a la Misa diaria que se celebra en su residencia, toma la lupa y va leyendo despacio, todos los textos sagrados correspondientes a ese día, para que en el momento de la proclamación de la Palabra de Dios sepa por dónde va el mensaje divino.
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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...
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