Es un disfrute las clases con los alumnos de Primer año de Teología en la UCICAM. Más que preguntas, surgen comentarios asombrados.
Tratando el otro día sobre la Procesión eterna del Hijo, que siendo por 'vía de entendimiento' no excluye ni mucho menos el amor (ya santo Tomás advertía que el Padre engendra al Hijo con voluntad, ni obligado, ni forzado por una necesidad natural; el amor acompaña la generación del Verbo), concluíamos una poderosísima razón para que María haya sido siempre Virgen:
El amor acompañó también la generación de Jesús por parte de María. Ningún hombre fue jamás concebido y engendrado con tanto amor como el Hijo del Hombre. Su generación terrestre es un pálido reflejo de su misteriosa y eterna generación, pero es su reflejo más cercano.
La maternidad divina es la participación creada más próxima a la Paternidad del Padre celestial con respecto a Jesucristo, pues su término es idéntico.
(La imagen, como otras veces, me la facilita mi buen amigo Miguel Toruño)
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