viernes, 3 de julio de 2020

Las manos


Hoy, fiesta de Santo Tomás Apóstol  ("... si no veo en sus manos la señal de los clavos... trae tu dedo, aquí tienes mis manos...")  me he acordado enseguida de un relato reciente que compartió Chari:

- Abuela, ¿cómo se afronta el dolor?

- Con las manos, cariño. Si lo haces con la mente, en lugar de aliviar el dolor, éste se endurece aún más.

- ¿Con las manos abuela?

- Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las mueves tejiendo, cocinando, pintando, jugando o hundiéndolas en la tierra, envías señales de cuidado a la parte más profunda de ti.
Y tu alma se ilumina, porque le estás prestando atención. Entonces las señales del dolor ya no serán necesarias.

- ¿Las manos son realmente importantes?

- Sí, hija mía. Piensa en los bebés: comienzan a conocer el mundo, gracias al toque de sus pequeñas manos. Si miras las manos de los viejos, te cuentan más sobre su vida que cualquier otra parte del cuerpo. Todo lo que se hace a mano, se dice que está hecho con el corazón. Porque es realmente así: las manos y el corazón están conectados. Piensa en los enamorados: cuando se dan la mano se aman de una manera más sublime.

- Mis manos abuela... ¡cuánto tiempo no las he usado así!

- Muévelas, mi amor, comienza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Y en cambio lo que hagas con ellas, se convertirá en la obra maestra más hermosa. Y ya no dolerá más. Porque habrás sido capaz de transformar su esencia.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...