sábado, 23 de enero de 2016
San Ildefonso
Desde hace unos días me encuentro en el vecino país de Costa Rica, participando en unas jornadas de estudio y convivencia.
Hoy me tocó predicar sobre la santa Misa y, como estamos varios sacerdotes y es 23 de enero, me acordé de san Ildefonso, obispo de Toledo allá por los años 600 y pico.
La noche del 18 de diciembre de 665 san Ildefonso junto con sus clérigos y algunos otros, fueron a la iglesia, para cantar himnos en honor a la Virgen María. Encontraron la acapilla brillando con una luz deslumbrante. Todos huyeron excepto Ildefonso y sus dos diáconos. Estos entraron y se acercaron al altar. Ante ellos se encontraba la Virgen María, sentada en la silla del obispo, rodeada por una compañía de vírgenes entonando cantos celestiales. María le hizo una señal con la cabeza para que se acercara. Habiendo obedecido, Ella fijó sus ojos en él y dijo: "Tú eres mi capellán y fiel notario. Recibe esta casulla la cual mi Hijo te envía de su tesorería". Habiendo dicho esto, la Virgen misma lo revistió, dándole las instrucciones de usarla solamente en los días festivos designados en su honor.
El episodio me sirvió para recordar la oración que los sacerdotes suelen decir cuando se ponen la casulla, antes de salir a celebrar la Misa:
"Domine, qui dixisti jugum meum suave est... Señor, que dijiste: mi yugo es ligero y fácil de sobrellevar; dame que lo lleve de tal modo que consiga los auxilios de tu gracia. Así sea".
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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...
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