lunes, 24 de noviembre de 2014

Caras largas o celebración


No estamos solos en la lucha por corresponder al amor de Dios.

La decisión de convertirse o alejarse de Él incide en los demás.

En la parábola del hijo pródigo es fácil imaginarse cómo afectaría la repentina y dolorosa marcha del hijo: en los días posteriores probablemente habría caras largas, los jornaleros sentirían lástima al ver al padre esperando cada día a su hijo, el trabajo se haría más costoso y quizá, con cierto desánimo, se cruzarían pocas palabras en su día a día...

Más adelante, al volver el hijo a casa, "se pusieron a celebrarlo" (Lucas 15, 24) La fiesta por la conversión del hijo se extendió a todo el hogar paterno. Los criados harían propia la alegría del padre y ahora, quizá, les resultaría más fácil y llevadero realizar cualquier tarea doméstica...

La Iglesia nos enseña que, por la comunión de los santos, nuestra correspondencia a la gracia de Dios -también cuando consiste en volver a la casa del Padre- fortalece e impulsa a los demás fieles en su vida cristiana.

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En Nicaragua, como en otros lugares, cuando uno tiene grandes deseos de contar cosas a los familiares, amigos colegas...y no hay tiempo, trata de resumir anteponiendo ese "para no hacerte largo el cuento". Pero ni así...