
Sin embargo, durante mi adolescencia y mi primera juventud sentía en el alma una inquietud espiritual que no sabría explicar, y buscaba respuestas...
A los 18 años me encontré con una amiga que estaba preparándose para la Confirmación. -¿Te animas, Tatiana? Dije que sí, y gracias a ella fui conociendo algo más de la fe...
Lo cuento pensando sobre todo en tantas muchachas y muchachos de mi edad a los que les pasa lo mismo que a mí: nadie les ha hablado de Dios, de los Sacramentos...
Si alguno de ellos me lee, le aconsejo que siga buscando, porque Dios se les hará el encontradizo en algún momento de su vida, como me pasó a mí... Y les recomiendo que abran su corazón a la fe. No se imaginan qué alegría...