En una de las tertulias que el Padre está teniendo estos días por estas tierras centroamericanas recordó la primera meditación que le escuchó a san Josemaría en Roma, el año 1950:
Les dijo que un cuadro está compuesto por miles de trazos de pintura. Que no hay que desanimarse por los defectos y debilidades, sino levantarse y seguir, renovar el deseo de luchar con la ayuda de Dios para que nuestra vida sea esa obra de arte que Dios quiere que sea.
Por ejemplo: cada día, hasta en los detalles más pequeños como sonreír estando cansados, abrir o cerrar una puerta con cuidado por amor, interesarse por las cosas de las demás personas etc, pueden ser esas pinceladas del cuadro que presentaremos al Señor.
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