Bonita anécdota de su infancia la que contó el Papa Francisco a un grupo de sacerdotes valencianos hace poco:
"Recuerdo una oración que me enseñó mi abuela; yo tendría dos o tres años, más no tenía.
Me llevó a su mesita de luz y ahí tenía escrito un versito.
'Me tenés que rezar esto todos los días, así te vas a acordar de que la vida tiene un fin'
Yo no entendía mucho, pero el verso lo tengo grabado desde los tres años:
'Mira que te mira Dios, mira que te está mirando, piensa que te has de morir, y no sabes cuándo'
Y me ayudó. Era un poco tétrica la cosa, pero me ayudó"
Ojala y todos tuviéramos grabado en la mente este pequeño pero muy significativo verso, pues las acciones buenas y malas quedan grabadas para la eternidad; las acciones buenas nos acercan a Dios y nos dan paz, amor y nos acercan a la perfección, las acciones malas se dan a conocer si no en esta vida si en la vida eterna pues para Dios no hay secretos. hay que estar prevenidos pues no sabemos cuándo
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