"Hay personas que irradian en su cuerpo su belleza y riqueza espiritual. En ellas resplandece la resurrección de su espíritu, la paz, la confianza, la caridad...
El brillo de Dios resplandece en sus cuerpos; en ellos se manifiesta la gloria y la resurrección de Cristo.
Hay otras personas que, por el contrario, están muy sometidas a las leyes corporales físicas: les cuesta andar, les cuesta levantarse, soportar un dolor de cabeza, les pueden los instintos...
Unos cristianos tienen cara de resucitados, otros no.
Nietzsche, filósofo ateo alemán, acusaba a los cristianos de haber perdido la cara de resucitados, y con razón. Decía: '¿Qué habéis hecho, cristianos, del gozo que os dieron hace dos mil años?'
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