"El cristiano, cuerpo y alma, es miembro de Cristo" (cfr 1 Corintios 6, 15)
Esta afirmación impresionante y novedosa es clave en la enseñanza paulina y en la doctrina cristiana.
El consejo de Pablo es claro: Hay que huir de la fornicación.
En esta lucha por vivir la castidad el cristiano cuenta -predicaba el Santo Cura de Ars- con medios abundantes:
Primero: Ejercer una gran vigilancia sobre nuestros ojos, nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos.
Segundo: Recurrir a la oración.
Tercero: Frecuentar dignamente los Sacramentos.
Cuarto: Huir de todo cuanto pueda inducirnos al mal.
Quinto: Ser muy devotos de la Santísima Virgen.
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