El segundo remedio propuesto por Santo Tomás de Aquino contra la tristeza es el llanto,
A menudo un momento de melancolía es más duro si uno no consigue desahogarse, y es como si la amargura se acumulase hasta hacer difícil hacer cualquier cosa.
El llanto es un lenguaje, un modo de expresar y de deshacer el nudo de un dolor que a veces resulta sofocante.
También Jesús lloró. Y el Papa Francisco observa que ciertas realidades de la vida se ven sólo con los ojos limpios por las lágrimas. Invito a cada uno de vosotros -decía- a preguntarse: ¿yo, he aprendido a llorar?
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