En cierta ocasión, "le presentaban a Jesús unos niños para que les impusiera las manos; pero los discípulos les reñían. Al verlo Jesús se enfadó y les dijo: dejad que los niños se acerquen a Mí, y no se lo impidáis, porque de éstos es el reino de Dios" (Marcos 10, 13-15)
Es fácil considerarse pequeño, ante la inmensidad del poder de Dios; pero, además de pequeños, hemos de sentirnos hijos de Dios. "Delante de Dios, que es Eterno, tú eres un niño más chico que, delante de ti, un pequeño de dos años. -Y, además de niño, eres hijo de Dios.-No lo olvides" De este modo trataremos al Señor como se trata a un Padre, nos acercaremos a El con confianza, no nos sentiremos empequeñecidos por su poder,sino engrandecidos, porque el poder del padre es seguridad para el hijo
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