Recuerdo que hace casi ocho años, escribía una carta a la Priora de las Carmelitas Descalzas del Monasterio que tienen en El Crucero, cerca de Managua, para hablarle de Claribel, de sus ida y venidas hacia León, de su proyección artística, de los avatares familiares, de su afán y preocupación por los demás y de su naturalidad en la forja de un carácter siempre amable.
Y lo más importante: Iba siendo testigo discreto del alumbramiento de la llama de una vocación religiosa en la que ella misma, no sin emoción y susto, procuraba que no sólo no se apagara sino que, protegiéndola, se acrecentase.
¡Qué alegría recibir ahora la noticia de su Profesión Solemne!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios e ideas para este blog. Ánimo y escribe.