domingo, 16 de marzo de 2014

Carmelita Descalza


Recuerdo que hace casi ocho años, escribía una carta a la Priora de las Carmelitas Descalzas del Monasterio que tienen en El Crucero, cerca de Managua, para hablarle de Claribel, de sus ida y venidas hacia León, de su proyección artística, de los avatares familiares, de su afán y preocupación por los demás y de su naturalidad en la forja de un carácter siempre amable.
Y lo más importante: Iba siendo testigo discreto del alumbramiento de la llama de una vocación religiosa en la que ella misma, no sin emoción y susto, procuraba que no sólo no se apagara sino que, protegiéndola, se acrecentase.

¡Qué alegría recibir ahora la noticia de su Profesión Solemne!

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