El Papa Francisco lo ha dejado muy claro: "Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes"
Actitudes que hay que cambiar. Por ejemplo, el "individualismo":
La imagen y semejanza de Dios de la que se habla en el Génesis se ha realizado siempre en clave individual, como referida al hombre o a la mujer en su calidad de personas espirituales.
Desde el Concilio Vaticano II se ha desarrollado, en cambio, una línea antropológica fundamental para la comprensión de la familia: el hombre y la mujer, en cuanto que constituyen "una sola carne", es decir, una familia, son también una imagen más perfecta del misterio de Dios, comunión de personas.
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